
Somos dos, estamos sentados, esperamos.
Y las lágrimas, así, sin más, empiezan a asomar. Primero algo tímidas, y después con todas sus ganas de salir, salen. Las dejamos caer, y chorreamos, y nos vemos ir en gotas. Somos lágrimas, miles de lágrimas mojando nuestra Buenos Aires querida. Ciudad de puertos, ciudad que abriga y viaja, ciudad que muerde y grita, ciudad que arrulla, que brilla, que mata. Ciudad soberbia y vanidosa, hermosa porque sí, porque así es. Ciudad que es pueblo e imperio, ciudad rota que espera.
Hoy estas lágrimas son por vos, humilde regalo de dos –ya paradójicamente secos-, que somos y esperamos.
LucíaSchaab
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