Los nadies

los hijos de nadie, los dueños de nada.

sábado, 14 de agosto de 2010

La silla en la vereda


Llegaron las noches de las sillas en la vereda; de las familias estancadas en las puertas de sus casas; llegaron las noches del amor sentimental del "buenas noches, vecina", el político e insinuante "¿cómo le va, don Pascual?" Y don Pascual sonríe y se atusa los "baffi", que bien sabe por qué el mocito le pregunta cómo le va. Llegaron las noches...
Yo no sé que tienen estos barrios porteños tan tristes en el día bajo el sol, y tan lindos cuando la luna los recorre oblicuamente. Yo no sé qué tienen; que reos o inteligentes, vagos o activos, todos queremos este barrio con su jardín (sitio para la futura sala) y sus pebetas siempre iguales y siempre distintas, y sus viejos, siempre iguales y siempre distintos, también.
Encanto mafioso, dulzura mistonga, ilusión baratieri, ¡qué se yo qué tienen todos estos barrios!; estos barrios porteños, largos, todos cortados con la misma tijera, todos semejantes con sus casitas atorrantas, sus jardines con la palmera al centro y unos yuyos semiflorecidos que aroman como si la noche reventara por ellos el apasionamiento que encierran las almas de la ciudad; almas que sólo saben el ritmo del tango y del "te quiero". Fulería poética, eso y algo más.

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